18 ene 2011

"Cómo se despliega en mi vida el delantal bordado de mi madre". Arshile Gorki. Cuento de Navidad.



"La busca". Mixta/lienzo 250x200 cm 2007

"no sé si es la luz que se hunde
o la oscuridad que sube,
si es la vida que se esconde,
o si es la muerte, esta noche
que al caer me sobrecoge"

Noche total. Fragmento. Ángel Crespo

"Uno se despide, insensiblemente
de pequeñas cosas.
Lo mismo que un árbol
en tiempo de otoño
se queda sin hojas"

La simples cosas. Fragmento. Chavela Vargas

NAVIDAD

Es peor que ninguno este vino de Diciembre.
Hundidos por las esquinas levantamos el vaso
encima de los abrigos, en nombre de otras aventuras,
otros cadáveres que nos miran en la débil lámpara.
Hemos vestido luto para esta memorable ocasión:
En la memoria recolectamos el signo y sombra de los muertos
mientras un duende vomita en el fragor de la tasca.
Es Navidad y en la calle hórrida, al otro lado del ventanal,
un Niño-Dios nos anuncia sumariamente
todo el frío y el desdén de lo que nunca será.

Javier Aguirre Gandarias. Sal despacio. Hordago

De vuelta por fin a la nada. Arriba en el taller están mis manchas de colores. Más oscuros cuanto menos limpio los pinceles, cuanto menos uso los trapos, aunque me son valiosos también para las esculturas. Las torres que crecen y crecen como crece mi propia incredulidad en estos días. Que crecen atestiguando no más que todos los días paso por allí, que ando bailando a veces entre esas paredes que antaño olieron a industria. Y estoy en esta nada saturada que también es un propósito firme y fiel y que es sorda, silenciosa a veces y excluyente. Camino de San Adrián. ¿Por qué tienen los barrios, los pueblos nombres de santos?, ¿será que el testimonio de la víctima es mas valioso?.
¿Y qué será la nada en el Diciembre de Viloria?. Me gustaría estar más cerca de Pol y Fina para darles un solidario abrazo en el jardín de entrada a la fragua. Mandaron una preciosa postal desde ese pequeño pueblo de Álava. Llegaron felicidades y buenos deseos. Uno especialmente, relleno de confetti luminoso que se desparramaba por el agujero quemado del 2011. Felicidades con esencia de Bucay ...
Este cuento es para Antón, Carmen Ruiz, Pol y Fina, Tere y Pedro José, Pedro y Mª Luisa, José Manuel García y Blanca Gascó que mandó dulces Reales por Seur, con nuestros deseos irreprimibles de felicidad y besos.
Y yo sin contestar a algunas postales, felicitaciones de Navidad. Pasaron estas fechas como visita inoportuna. Contanos durante todo el tiempo de los años con el cariño de nuestros amigos. Muchas veces en silencio. En el vivir diario contamos, también, con quienes se fueron. Hemos llegado al año impar como quién sube una cuesta. y de nuevo constatamos que todo ocurre muy deprisa. Así que ya estamos en Enero, ya vaciamos de todo las botellas y las depositamos, vacías, en su contenedor verde oscuro.
He subido a diario el camino que termina en el taller, alejándome del ruido, algunos días en el autobús. Apenas unos minutos de parada para facilitar que baje algún viajero en la falda del monte, donde parece que todo acaba. En esta última parada el césped empieza a ser tupido, natural. Me trae, este trozo de verde a la memoria las hierbas, el césped pintado de mi amigo Alfonso Gortazar: Los elegidos y ágiles, los empastados y saturados verdes que acompañan a los personajes que miran, que te miran absortos, habitados por no sé qué clausura o pensamiento, o quizá la presencia sesgada de Hopper o Morandi. Ese silencio. Los esmerados y elegidos verdes que dan pie ahora a sus arquitecturas atrabiliarias, a los cuadros surgidos de un sutil, rico y exigente anecdotario. El amor a la pintura. Diebenkorn y Mitchell compartiendo patio, catálogos, tiempo. Y llegado al humor, recuerdo, el dicho nunca viejo del gran profesor: "El paisaje nunca pierde, arriba azul abajo verde". Y me propongo: Nada será real sin esa búsqueda.
En estos días las personas se vuelven, si cabe, más frágiles; perdí la primera página de este guión, hablaba de mi hermano Avelino y cómo apareció pintado sobre cartón con un lema que dice: Avelino no está. Así me alejo de todo. Del cebo ilusorio de los escaparates. Me aconseja el horóscopo que me compre algo nuevo. Voy leyendo una novela nórdica, El invierno de los leones, de Jan Costin Warner. Destino 1187. Es una novela lenta, de ella extraigo este fragmento: "... bajó al sótano. Sabía dónde estaban las cosas. Lo sabía todo sobre el caos aperente de su sótano. Las bolas rojas que le había pedido estaban en una caja de cartón, junto a unos ángeles de madera y diversos Reyes Magos."
Y me digo, igual es una buena medicina contra la prisa. Si puedo con esto, podré después con Ludwing Wittgenstein, Tom Spanbauer, Valle Inclán ...

Tiempo de vida
Los días que madrugo, mientras tomo café recurro a los amaneceres escritos por Delibes. Lo he leído salir muy de mañana con los aparejos de pesca, con la escopeta al hombro ... describiendo el propósito y cómo se echa encima la mañana. A mi lo que me espera es el asfalto, la ciudad. Estos días he estado acompañado por John Fante. Leí Llenos de vida y, en efecto, parece la continuación de su novela de familia La hermandad de la uva. Anagrama. Panorama de narrativas. La habitación de invitados de Helen Gardner. Salamandra. Y el más recomendable de los libros si uno está involucrado con el arte contemporáneo: Tiempo de vida. Anagrama. Narrativas hispánicas. Siempre me gustó la obra de Juan Giralt y ahora su hijo Marcos Giralt Torrente nos regala el relato de la vida con su padre. Artista significado del arte español del Madrid de los 80, fallecido en 2007.
En una inauguración reciente me preguntaron, hablamos, sobre el precio del arte. Daban por entendido que era caro. Querían saber mi opinión. En unos segundos mi pensamiento hizo un zig zag y me puse en el lugar del artista que tiene un, dos, tres hijos y aún así pretende vivir de su pintura, que no de su trabajo que como es sabido es algo relacionado con ello. ¡Es de necios confundir valor con precio!. Me escapé. Tal vez el profesional de turno no encuentre en el libro de Marcos, el amor, el aprecio que he encontrado yo. Ahora me sirven de consuelo nuestro cuadros de Edu, Ana, Alfonso, Antón, Teresa, José Ángel, Ramón, Alfredo, Pablo, Merche, Alberto, Alberto Asprino, que nació en Maracaibo, lugar ideal para nacer y ... . Recuerdo con alegría "El cuadro más caro del mundo" de Edu López. Los títulos son autos de fe. Declaraciones sumarísimas de internas reflexiones. Confesión de la propia lucha o defensa de la impericia o lo que más nos importa del Universo, por eso he iniciado este cuento con ese título magnífico de Arshile Gorki. Os aseguro que el cuadro es todavía mejor.
Lecturas, pesquisas para regalo de "Reyes". Preparación, en suma, o ejercicio para ir llevando la vida, Llenos de vida, pese a los movimientos sabidos de los barcos.
Se me van acumulando las cuartillas como en el tragaluz de la puerta de Chesterton. Dicen que era perezoso y que su mujer se las cambiaba por comida. Ya poco importan las cuartillas perdidas. En este momento yo necesitaría cigarros.

"Reconocer que muero cuando mueres
que resucito cuando resucitas
hace ya tiempo que lo descubrí"

Trece fragmentos para un monólogo. II. (fragmento)
Jenaro Talens.

"La mayoría de las cosas en la vida son algo absoluto porque no nos queda más remedio que creer en ellas, tal y como creemos en una regla, por ejemplo. Pero si usted construyera una esfera, nunca podría saber si realmente es perfecta. ¿No es fascinante?. Nadie nunca lo sabría. Sin ningún instrumento, resultaría imposible de demostrar. Si yo construyera una esfera y le preguntara a usted: "¿Es perfecta esta esfera?" Usted me respondería: "¿Cómo voy a saberlo?" Yo podría insistir en el hecho de que presenta el aspecto de una esfera perfecta. Pero si usted la observara detenidamente, al cabo de un rato diría: "Creo que aquí está un poco plana." Eso es lo que me fascina: hacer algo de lo que nunca pueda estar completamente seguro, ni yo ni ninguna otra persona. Yo nunca lo sabré y nadie más nunca lo sabrá.
¿Así es el arte?
En efecto. Esa es su esencia.

Willem de Kooning. Entrevista con Harold Rosenberg 1972.

Os traigo aquí esta segunda imagen. Recuerdo de Estremoz. óleo/tabla 21x23 cm 2011, para demostrarme que la búsqueda se mueve. La Tierra se mueve.
Obedeciendo los consejos del horóscopo compré Tiempo de vida de Marcos Giralt Torrente y el catálogo de Willem de Koonnig. Ed. Polígrafa. Del que he sacado este fragmento de entrevista. Mandé reparar pantalones a los que inevitablemente he cogido apego. Tanto tiempo con uno, tan cercanos, a 10 € el parche. Podría echarlos para trapos, pero si soy sincero lo que creo es que adoro la actitud de mi madre y su preocupación porque no fuéramos rotos. Pobres pero limpios, curiosos y con buena disposición de ánimo ¡cosa difícil!.

Una llamada de Ángela nos comunica que mamá está en el hospital. Como cosa de la providencia Avelino había vuelto a casa hace días. La pintura que inspiró sigue teniendo vigencia en su cartulina tamaño academia, porque alude a todos los momentos que le eché de menos. Una sensación de pérdida con difícil solución. El teléfono no dejará de ser para mí un elemento extraño. Es mucho mejor verse, vivirse. Desde él, dice mi hermana que tiene malas sensaciones, que ha visto a muchas, siempre son demasiadas, personas morir.

Según estadística, el poema más célebre en lengua castellana es Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández. Recordad:

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como el rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracoles
Y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.

Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

(fragmento)

Poema al amigo en la fosa. Es cierto que el dolor aflora cuando una parte de la vida te es arrebatada. Es algo así como si te extirparan un miembro, cuando desaparece el amor, una parte del amor para no verlo presente jamás.

Me marcho a Valdepeñas con una pequeña maleta. Voy a ver a mi madre al hospital. Ingresó con una gran deficiencia respiratoria. Ocurrió hace días y parece que va saliendo del atasco. -Tiene muchas ganas de vivir. Dice Avelino. Llevo poco equipaje. Utópico o ilusorio, pensando en las situaciones que se contemplan en los libros voy acumulando leídos o repetidos, con el fín de establecer en la parte de arriba de la casa una biblioteca. ¡Otra!. Maravillosa la labor que hace el mercado del libro viejo y mi amigo Enrique. ¡Ninguna casa sin libros! me digo.
Llevo para mí los que tengo a mano. Suficientes para pasar el rato del tren y alejarme del dolor, para estar en otro lugar además de en la habitación, la noche en vela con poca luz, del hospital. De nada me sirvieron, pués acelerado, en una tarde lluviosa los dejé en casa para dirigirme a hacer lo que me había llevado allí: reconocerme en mi madre y besar y abrazar a mis hermanos. Aliviarles del cansancio acumulado. Día y noche recorriendo un camino inusual. Cuando llegué, mamá estaba muy recuperada, con un respirador; pero muy cansada, agotada en el esfuerzo de sobrevivir. Eso si, con un humor excelente, como siempre. Alegre como si estuviera recién llegada del campo hace sesenta años. Reconozco en eso la gran y única fortuna de mi madre.
-Saldremos de esta, me dice Avelino y ella asiente muy conforme.
Así es, al día siguiente la mandaron para casa. Renovada, asustada, como surgida de una mala y antigua pesadilla.
Hace años descubrí un poema de Ángel Crespo similar al de Ramón Sijé. Seguramente menos conocido, pero hecho también desde el dolor por la pérdida de un amigo. Lo he traído en el viaje. Quería transmitírselo a mis hermanos, a mi madre:

Un vaso de agua para la madre de Juan Alcaide

Te recuerdo callando entre mujeres
mientras tu Juan, ya huésped de la caja,
aguardaba los puentes de la tierra.

Yo no le quise ver porque me daba miedo.

No porque de la muerte me estremezca
ni un muerto me dé espanto,
sino porque era Juan con su calva y su frente
y con sus labios gordos y sus manos helándose.

Entonces me dió miedo de estar en Valdepeñas,
de haber llegado en tren por la mañana
y haber bebido vino antes de verte.
Porque tú estabas, blanca, en una silla
sin pronunciar un verbo
y con gesto de nunca.

No sabías

si estabas en tu casa, si de lejos
veías tu tejado, negro ahora.

Transitaba la gente por el patio

y tú, entonces, pensabas
en camisas planchadas y en pañuelos;
en perfumes de flor y de maderas,
y en nada de la muerte y de su prisa.

Cerca estaba tu hijo:

fuerzas hacían por alzarle algunos.

Ángel Crespo. Antología poética 1693. Alianza Editorial

Cuanto más vida tengamos, conoceremos más poemas. Son necesarios.
Mamá procura, ahora, en compañía de Avelino, Ángela y Carmelo, seguir siendo protagonista de su propia historia. Reaprender a andar, débiles las piernas por la cocina. Recuperó la voz, la palabra, sus ratos de plancha sentada en la cocina, dice que es algo que aprendió con los partos. ¡Tantos!. Sigo echando de menos sus remiendos magistrales. La vida real, la cotidiana, ha decidido que vivamos lejos, pero para eso también tuvo solución mi madre. Decía con arrojo y no poca pena: ¡Cada mochuelo a su olivo!. Sabiendo, por el campo, que el olivo no es el árbol ideal para refugiarse. Lo decía hace años, pero yo sé que nunca dejó de soñar, como yo, con la unidad familiar: una mesa gigante en la cocina. Un juego de parchís con ocho colores. El papel plateado para el río en el belén, para la estrella. Ahora mientras sigo la busca de no sé qué, sin prisa, que se materializa en estos cuadros, papeles, tablas, ... Agradezco todos los días, a luz de flexo, cada taza, plato, cuchara, vaso de agua que mis hermanos mueven para el bienestar austero -no dan más las cepas- de mi madre. Por muchos años. Independientemente del fulgor, la estabilidad, la grandeza o la belleza, el precio de los cuadros. ¿A quién le pasa desapercibido todo esto?. Salud, mucha salud.