29 dic 2009

Palo dulce. A Lucebert



Triomfator. Oleo/Lienzo. 115x145 cm. 1968. Lucebert.

escuela de poesía

no soy yo un dulce poeta
sino un escamoteador
rápido del amor, bajo el que veo el odio
y encima el acto cacareante.

la madre de la politica es la lirica,
yo no soy más que un pregonero de la rebelión
y mi mística es el pienso putrefacto
de la mentira con que enferma la virtud.

yo os anuncio que los poetas de terciopelo
se mueren espantada y humanísticamente.
en adelante la garganta de hierro al rojo vivo
de los verdugos emocionados es la que se abrirá musicalmente.

y hasta yo, que vivo en este poemario
como rata en el cepo, suspiro por la cloaca
de la revolución y grito: vergüenza, ratas rimadoras,
caiga el baldón sobre esta escuela de poesía aún demasiado bella.

Lubertus Jacobus Swaanswijk. "Lucebert"

"Todo lo que se me ocurre lo pinto, dibujo y pinto cualquier cosa sobre cualquier material, todas las ideas las estimo por igual, entre los motivos no escojo ni busco la síntesis, las contradicciones las dejo en su sitio tranquilas, y mientras se pelean entre ellas yo no ofrezco resistencia, me mantengo fuera de la línea de fuego y vivo la libertad que solamente ellas me dan"

Lucebert.

Palo dulce

Cualquiera puede decir que cualquiera puede escribir. Pero hace mucho, muchísimo tiempo que no veo personas escribiendo en las mesas de los bares. Los bancos (asientos) regularmente vacíos en los bancos. En la sede del BBVA hay varios adicionales largos, negros y se rumorea que no son para sentarse.
Diríase que se escribe, supongo, en la factoría o en la casa del escritor, en la intimidad. O en el puesto de trabajo. Se piensa y luego se escribe. Se escribe y luego se piensa. Creo que lo que tiene de confesión la escritura es una hilazón, una hipérbole entre el oficio y el beneficio.
Podríamos escribir de geranios todo el tiempo, para adentro. Anhelando que no sean reconocidos para afuera. Toda la vida, toda, serán los geranios nuestra musa, nuestro motivo. Es una planta de balcón, de plaza, de parque que aguanta bién la dureza.
Se habla mucho del curso que toman los acontecimientos. Hay que descabezar la organización. Cuanto más dinero se tiene más se grita. Pero no se ofrecen demasiadas soluciones, tan sólo una calidad de escaparatismo.
Que tristeza estos días fríos, anodinos, a las ocho de la mañana tan oscuros, tan severos. No transmiten. Es malo cuando uno debe ser sustituto del sol. En las casas con las que no pudo el viento, el tifón, el tsunami, la tormenta. Casas de acero y hormigón. Luego resulta que más abajo, en la superficie, todo parece cobrar sentido. En estos días se afanan las personas en reponer lo consumido, son días en los que facilmente se cambia el dinero de mano. En mano. De cartera en cartera. De banco a banco.
Hubo un tiempo en que había concretamente que luchar. Y las aspiraciones eran concretas, ahora conseguidas algunas metas, todo está más diluído. Por eso he traído este cuadro de Lucebert aquí. Con cariño. No todo está conseguido. Hay que seguir intentándolo.
He asistido a varias exposiciones colectivas en el último mes. Getxo-Arte, Bilbaoarte, ... El artista sigue consumiendo su palo dulce, paloduz, con inusual placer. Es tan individual la carrera ... la carretera, que basta con justificar los sueldos de la organización: dirección, secretaría, azafatas, ... Decididamente nuestro papel es el del que ofrece la flor ... tan sólo eso.
Acabé con Balzac y la joven costurera china de Dai Sijie. Inicio esta semana leyendo a Patrick Modiano, Calle de las tiendas oscuras. Pero tengo cerca los Ochenta y seis cuentos de Quin Monzó. El mejor amigo del oso de Arto Paasilinna. Celia se pudre de Héctor Rojas Herazo. Un armario lleno de sombra de Antonio Gamoneda. Recomendado por Edu López El color del sol de Andrea Camilleri. En blanco y negro de Antoni Tápies.
Ayer mi madre, día 28, y nosotros celebramos lo que según ella ocurrió en 1929. Su nacimiento. Ochenta magníficos años, convinimos, de paciencia. La felicitamos.
Enrique marchó a León a pasar con los suyos los últimos días del año. Generoso, a repartir cariño y los primeros de 2010. A nosotros nos dejó lo mejor de él. Los libros.
El caso es que hace tiempo que no veo personas escribiendo en las mesas, sedentarias, de los bares. Tan sólo Bolo que escribe con letra minúscula en una libreta cuadriculada muy pequeña. Salud y saludos.

18 dic 2009

La puerta amarilla. Portalón. A Albert Ráfols-Casamada.



Ensamblaje. Policromado. 30x26 cm 2009.

Escribo esto en el día de la muerte de Ráfols-Casamada. Tengo de él un dietario editado por La rosa cúbica que os recomiendo. Titulado Huesped del día. De ese librito notable saqué la convicción de que la abstracción es un "tratado de pintar el espacio que hay entre las cosas y no las cosas".

Adrede, me he demorado en las apariciones de esta ventana, desvencijada ventana del blog. Hablando de ventanas os animo a observar las preciosas ventanas procedentes de territorios chilenos que lucen en "Merece intentarlo", el blog de nuestro amigo, ya, Joaquín Calaf.
He demorado este blog, vertedero de mí, confesionario. He pensado estos días de atrás en todas las celdillas atrasadas, anteriores, de este panal . En su fugacidad. Y en su veracidad o no. En la rabia, en el cariño que se me fue con ellos, con estos textos, y tal vez no sea capaz ya de generar, de reparar.
Todo se reduce, tengo la impresión, a un homenaje a, otro más, mis propias, hilarantes rabietas. Al orden, tal vez, de cómo ocurrieron las cosas, conmigo ausente o presente y luego ... unos saludos, unos breves comentarios: de ánimo, ligeros, de solidaridad.
Me digo. A ver si así con la esperanza dormida y en actitud de espera; me voy enterando de lo que vale un peine. Dice Ferreira:

"Toda la época de ser hombre es un enorme filtro regulado por el destino. Y puede ocurrir que lo mejor de ser humano no pase por el tamiz y tenga que aguardar su turno."

Aguardar. Ahora que soy incapaz de recrearme en una, tan sólo una, postal navideña para felicitar, desear mejores tiempos, más paz, mas felicidad, más ... Declaro que no soy nada partidario de la Navidad. Acaso entiendo perfectamente esta NAVIDAD de Javier Aguirre Gandarias. Sal despacio. Hordago 1980

Es peor que ninguno este vino de Diciembre.
Hundidos por las esquinas levantamos el vaso
encima de los abrigos, en nombre de otras aventuras,
otros cadáveres que nos miran en la débil lámpara.
Hemos vestido luto para esta memorable ocasión:
En la memoria recolectamos el signo y sombra de los muertos
mientras un duende vomita en el fragor de la tasca.
Es Navidad y en la calle hórrida, al otro lado del ventanal,
un Niño-Dios nos anuncia sumariamente
todo el frío y el desdén de lo que nunca será.

Porque lo que yo quería era trabajar en el metal. Y anda la democracia a trompicones. ¡Ea!, pues que seáis felices, que todo vaya bien !!!!!!!!

"Pero dejadme siquiera
que yo prefiera la hoguera."
La hoguera (fragmento). Javier Krahe.

Os cuento. Antes de cumplir el servicio militar, en León, en Gijón. Fui de los que lo hicieron a regañadientes. Luego ya es sabido toda espera tiene su final. Trabajé en un taller manipulando el hierro. Cortando el dulce metal, soldando, montando los trabajos, puertas elevables con contrapesos de chatarra aquí, barandillas, pasamanos, quitamiedos allá. Corrigiendo, renovando, arreglando los motivos del paso de los años y la inevitable intemperie. Soy consciente de que de haber continuado ahí, en ese oficio no hubiera conocido a Julio González, al gran ilustrador en metal. Pero eso, su escultura magnífica en hierro, es otra cosa.
Porque lo que recuerdo vivamente es cómo antes de incorporarme a filas, en uno de esos trabajos fuímos a un cementerio, modesto, de pueblo. Los hay que no lo son. Más importantes y producen vida, ensoñación, y literatura y generan energia. Cómo el de Thiais (Val de Marné) donde reposan Joseph Roth, os recomiendo su libro "La rebelión" Seix Barral 652; Paul Celan; o el cementerio de Montparnasse dónde yacen Sartre y Beauvoir, Cortazar, Baudelaire. Según el magnífico libro de Edith Aron "55 Rayuelas". La otra orilla Belacqva. 24.
En el cementerio en el que trabajamos no fuimos advertidos de los notables que reposaban allí. Nos dijeron tan sólo lo que había que hacer. Es fastidioso que se dé por supuesto que los oficios más comunes no tienen acceso a los conocimientos divinos.
Era un modesto camposanto, costumbrista, de los que se alojan en la parte más baja de la niebla. Y allí hicimos la labor requerida. Éramos jóvenes en formación, oficialillos de tercera trabajando para la clientela más silenciosa del mundo. Y los huecos rectangulares de reciente construcción, unos encima de otros, ora cerrados, ora vacíos, fueron testigos de nuestra operancia. Tan jóvenes, con la cabeza hueca también como esos nichos. Y yo, que al poco tiempo, bendito tiempo de cerezas, cogí el petate y no volví. Porque al volver no existía ya el taller. Tal que así. Como si hubiera sido un sueño del que salí con un poco de paro.
He pensado, tesonero, que esto del blog es un poco así. Y no sé por qué debería ser de otra manera. Y que se pueden hacer trampas y pasar a cabecera las cosas y cambiar las ideas de fecha ... Pero se que el post dedicado a mi amigo Antón no volverá, por mucha prioridad que yo le de. Por cierto, él es el autor de esta foto. La puerta amarilla.
Rápido asume el ojo sus quehaceres. Nada volverá a ser como el primer día. Todo forma parte de un mundo ilusorio, lúdico, alojado en internet. Ese post y los míos.
Me recreo, me rebelo, así en la demora. Yo lo que quería era trabajar en el metal.

En Bilbao, a diecinueve de diciembre de 2009


29 nov 2009

Gracias por las flores



Algunas reflexiones sobre Datas. Mixta/lienzo, 200x200 cm 2003

Uno

"Cada vez me atrae más la limitación en la invención de la propia historia."
Apuntes Elias Canetti. Galaxia Gutenberg


"Ya que el mundo se resistía a ser modificado, tenía que acatar el imperativo de encontrar un acuerdo con las cosas, con lo social, vamos a llamarlo, dejar de sufrir, reconciliarme, extraer de la existencia lo que me pudiera procurar satisfacciones."
Los pecados capitales. Fragmento de Él. Mercedes Soriano. Grijalbo 1990

Ha colgado Antón Hurtado, caminante inquieto, una buena acuarela en su ventana del blog. Buena por su desnudez. Desnudos, todos ganamos mucho. Al menos, a mí me pasa. Me encuentro bien. Claro que, luego hay que relacionarse: compartir criterios, trabajo, charla. ¿La tertulia?. ¿Dónde quedarán aquellas unidas voluntades?.
Dicen que la TV ha tergiversado todo. Digo que la TV ha tergiversado. Vivir informado. Vivir uniformado.
La acuarela "Puerto L" está realizada en Octubre. y este llamado hacia el trabajo de Datas también. Aquella en 2009 y este "Algunas reflexiones sobre Datas" en 2003. Así es y formó parte de mi exposición en la desaparecida Bilkin. "Gracias por las flores. Pormenor" en 2004. Desde mi punto de vista como obra principal junto a unas esculturas (Venecia). Claro que con el espectador nunca se cuenta. O se hace insustituible, imprescindible. En ocasiones es él quién debe terminar lo iniciado. Con su ilusión, su capacidad de ver, su punto de vista.

"No hacen falta alas para ser el bueno
basta con las ganas y con el empeño ...
Fragmento Silvio Rodriguez

Ocurre que estás emocionalmente imbuido en una obra, completamente seguro, al menos, de su racimo de miel y la celebrada es la obra de al lado. Y asientes porque todas ellas son de tu taller. Parientes. En alguna ocasión he ido a celebrar una exposición de un artista, no siempre amigo, en su inauguración y he sido, sin quererlo, el protagonista. El mundo a veces es muy vehemente y eso no te crea muy buena sensación. Pero así es en este mundo de la oferta sin demanda, del disponible, del escaparate.
Joseba Irazu dice que conoce tres tipos de artistas: Mudos, Comunicativos y Exotéricos.
Quizá a alguien le esclarezca algo esta sencilla división de Bernardo Atxaga, pero a mí saberlo no me impedirá ir a trabajar mañana. Solo. Porque estaré siempre acompañado de los otros. Y los libros, los catálogos que empiezan a trepar por las paredes. Sus lomos como espejos. Y el acuerdo tácito con las cosas que decía la buena de Mercedes Soriano. Y acaso Chet Baker al fondo o cualquier música elegida, mientras se enciende un cigarrillo detrás de los cristales. Transparentes. Y leído, como mala costumbre, el horóscopo diario.
Hoy estoy feliz. Ayer hablé con mi madre. Estamos los hermanos tan dispersos que no distanciados. Eso es lo deseable. Que en ocasiones pienso que es sólo mía. Mi madre. Un aluvión de luz. La abundancia en la escasez. El primer pecho.

Y octubre. Trataremos de los grupos artísticos después o siempre. En otra ocasión. Pero siempre que hable yo, que escriba yo, que enmudezca yo, estará mi madre.
Y este Octubre de Ángel González.

A VECES, EN OCTUBRE, ES LO QUE PASA ...

Cuando nada sucede,
y el verano se ha ido,
y las hojas comienzan a caer de los árboles,
y el frío oxida el borde de los ríos
y hace más lento el curso de las aguas;

cuando el cielo parece un mar violento,
y los pájaros cambian de paisaje,
y las palabras se oyen cada vez más lejanas,
como susurros que dispersa el viento;

entonces,
ya se sabe,
es lo que pasa:

esas hojas, los pájaros, las nubes,
las palabras dispersas y los ríos,
nos llenan de inquietud súbitamente
y de desesperanza.

No busquéis el motivo en vuestros corazones.
Tan sólo es lo que dije:
lo que pasa.

Palabra sobre palabra. Poemas elegíacos. Seix Barral.

Dos

Y fue unos meses antes de ese Octubre, pintado, que os cuento. Cuando expuse en el aula de Cultura de Gallarta. Allí me fui con mi suegro, Paco, a saludar a Dolores Ibarruri, en el bar del PC. Está muy cercano a la sala. En la Avenida del Minero. Quizá como último homenaje a lo que fue. Y que ahora es aliciente tan sólo para la memoria. Siempre me parecerá extraordinario ese modo de zanjar los asuntos. Una tarde se inaugura la Avenida del Minero. Y a otra cosa. Ahora el pueblo es pretenciosamente industrial, sin industria, al otro lado de la ría. Allí donde la margen derecha queda, como antaño, demasiado lejos.
Me contó, Paco, mientras viajábamos, con el tono importante de las cosas secretas, que en los sesenta había un hombre del Este, polaco, armenio tal vez ... que tocaba el violín y vivía en una lonja de Recalde y pintaba. Y pintaba. En la lonja con una bombilla seca en el centro.
Tocaba el violín para llenar de luz musical ese pequeño espacio, donde comía, dormía, vivía con una bombilla. Sola. Y pintaba, y no se sabía con certeza de qué vivía. Tocaba el violín para él y pintaba cuadritos que quizá vendía.
Tomando un café, debajo de la Pasionaria, me confesó: - Me siento mayor al ver tus pinturas. Traduje de inmediato que eso lo decía por la amistad, por la familiaridad que nos unía. Podría haber dicho: - Esto es un disparate. Pero era respetuoso y sabía del compromiso que yo había adquirido con mi trabajo.
Dice Colin Dexter en su novela El mundo silencioso de Nicholas Quinn. Plaza Janés.

"Ninguna acción humana tiene lugar por puro azar y desconectada de otros acontecimientos. No hay nada que no sea susceptible de explicación."

Creo que apreciaba, Paco, más la cantidad de obras, el trabajo, que las obras expuestas. Desde su diferencia de edad, inalcanzable. Temiendo que fuera yo a quedarme en el futuro de esa guisa. Como aquel señor del Este, con una sola bombilla, que pintaba y ... sin saber tocar el violín.

Me parece un abultado error que alguien, con la edad que tiene el mundo, manifieste que no entiende de pintura. Más grave aún, si estas ocasionales confesiones veniales, por otra parte, surgen de boca de personas relacionadas con el arte. Estoy seguro que la verdad de todo empieza en la literatura de intriga.

22 nov 2009

El suficiente. A Pilar Múgica



Autorretrato. Collage y mixta/papel encerado 42x36 cm 2009

El enfermo le preguntó la hora a su mujer y ella respondió simplemente: "Dentro de quince minutos"(dentro de quince minutos tendría que irse)
El peso del mundo. Peter Handke Laia 12

Primera parte

El mundo por fuera. El mundo por dentro. El comportamiento.
Me pongo el buzo gris y azul que me identifica como responsable de la limpieza. En una ocasión un periodista escribió que era el encargado y tuve que disculparme ante el mío. Se puede suplantar la personalidad. Ser otro. Pero con los oficios hay que ser muy serio.
Recién llegado al trabajo me prometo, solo, en el cuarto que volveré a Portugal. De Norte a Sur. De Este a Oeste. En el país vecino vimos, cuando fuimos muy poca basura. Muy pocas hojas caídas, era verano. Eran tiempos de menos consumismo. El aire que respiramos allá era muy austero, al menos en los pueblos que elegimos para iniciar nuestra visita. Los pueblos pequeños. Los puntos en el mapa diminutos que estaban al lado de los negros. Un poco más alejados de los rojos, las ciudades. Diseminados. Salpicaduras de tinta en un descuido: Borba, Estremoz, Tondela, ...
Aquella errata o interpretación libre de mi ocupación me confirmó lo que desde hace tiempo pensaba: el periodismo no es una ciencia exacta. Será por eso que gusto de leer los diarios atrasados, cuando la noticia, el suceso puntual y a quemarropa puede, quizá, afectarte menos. Y es una manera más de celebrar tu evasión. Os aseguro que ocurren demasiadas cosas a nuestro pesar. Y seguirán, tic tac, tic tac, ocurriendo...

"y tomo de aquí, y de allá el zumo de las cosas,..."
Prosas apátridas (fragmento) Julio Ramón Ribeyro. Seix Barral

Segunda parte

El mundo por fuera. El mundo por dentro. El entretenimiento.
Dotados de un cierto pesimismo. La crisis, el envejecimiento, los caprichosos, medidos pasos a una inevitable senectud, algunas personas del medio artístico dan forma a la opinión, de la obsolescencia de las galerías. No estoy de acuerdo. Recuerdo que ya cerraron Galerías Preciados. Ahora se trata de las galerías de Arte. Esas personas están ya viviendo un futuro obsoleto. Demediado.
Con el fin de las galerías se perdería gran parte del conocimiento del Arte. La magia en fuga. Como la educación en fuga con la jubilación de los maestros.
Seguro que olvidan que en NY se contabilizan quinientas. Entre Madrid y Barcelona un centenar. Quizá sea el momento de que una ciudad ignorada las aglutine todas. Teruel, por ejemplo. Y haya que ir allá como a Venecia, Praga, Lisboa, Berlín, Camberra, ... con ese reclamo, la ciudad de las galerías. Desde luego siempre es válido el dicho: "el que tenga tienda que la atienda".
Flaco favor le hacen a este mundo, del arte, que no salió aún de la batalla desde que comenzara en las paredes de una cueva.
Creo que estas apocalípticas opiniones sobre el presente y futuro del estado de las galerías son propias de conversaciones trasnochadas en Pubs de horario ininterrumpido. Parece que surgieran entre trago y trago de alcohol y el humo de cientos de cigarrillos, y falta de sueño. Opina así el que está cegado por el éxito de Serra, Koons, Hirst y un largo etc. y comienza a no ver en el horizonte arte alguno que no sea ese. Perdido ya el socorro debido a las personas y la paciencia para con los intermedios. Ir a la luna del capital. Ya. Sin paradas. Sin recreos.
Desde luego, están equivocados. No nos han vendido la era milagrera del ocio con su variedad de productitos (postales, paraguas, posters, bolis, lápices, etc.) para llegar a eso. Ya se cerró bastante por eso. Sustituido lo industrial por lo cultural, por lo turístico. No sé que opinará Manuel Vicent. Él, que es un activista del mundo del arte y se ha emocionado tanto con sus descubrimientos. ¿Cómo sino se escribe la "La novia de Matisse"?. Alfaguara.
El arte es conocimiento, deseo y viceversa. Opinión, apreciación. Cuestionario incontenible del presente. Dice Ferreira. Pensar. Acantilado 138 :

"Lo más grave de nuestra época no es que no tengamos respuestas para lo que preguntamos; es que ya no tengamos ni preguntas"

Tercera parte

El mundo por fuera. El mundo por dentro. El aprendizaje.
Cientos de artistas están trabajando en este momento. En el taller. Tantos como los cientos de jóvenes que buscan trabajo, hoy, desesperadamente... algunos duermen fuera de casa, en casa de amigos o familiares. Sestean en las salas de los autobuses, aeropuertos ... mi compañero, ahora, Fernando Villena ha aterrizado en NJ con un trabajo de fotografía en el oeste de USA. Los parques naturales. No ha ido allá a cerrar galerías. Tal vez, como todos ha ido a hacer lo humanamente posible.

"- El secreto para una vida feliz, Lewis, es saber dónde debe uno detenerse y entonces seguir un poquito más.
- Tomaré media más, en ese caso."
El mundo silencioso de Nicholas Quinn. Colin Dexter. Plaza&Janés

Acaso con las prisas no quiera, no pueda, yo, ser dador ni quitador sino todo lo contrario.
Abogan estos opinadores del futuro que la solución pasa por subirse al maletín de un representante que te relacione con las instituciones. Un marchante. Un portavoz que te ubique en un inexistente comercio. Te asegure el salario mínimo, al menos, interprofesional. Te procure trabajo continuado y sin sobresaltos y al fin el éxito. De ser así me gustaría que el mío, además de los que tengo, fuera Gil el representante de calzado, caminante de pueblos, que interpela a Gregorio "El gran Faroni" sobre el estado de su poesía. En la maravillosa novela de Luis Landero: Los juegos de la edad tardía. Tusquets -102

"- Y el artista, ¿nace o se hace?.
- Nace. No, brota, emerge. Eso es. El artista emerge de la unión entre el destino y la, y la, y la pasión. No, entre el destino y la, entre la libertad y el destino. El artista emerge de la unión entre la pasión, la libertad, el destino y la, y la ignorancia."

No sé que le ocurrió a aquel señor. Antes de que le vieran sentado constantemente en el banco de la plaza principal del pueblo leyendo el periódico. De alante atrás. De atrás para adelante. Con regularidad de Jesucristo colgado en la pared. A su alrededor el pueblo ameno de mañana. El tráfico y el alboroto del mercado. Cortésmente contestaba a los saludos: buenos días, buenas tardes. Una nota fundamental en esa plaza. Antaño. Con la fuente, homenaje a la vendimia, al agua a chorros. Con los bancos (asientos), el quiosco de prensa, golosinas, juguetitos de plástico y las fachadas azules de la plaza. Los soportales. El Penalty.
Le preguntaban a veces la hora como si no hubiera un reloj en la iglesia que se divisaba desde Úbeda. Y contestaba bien con agrado, con un movimiento ágil y atinado de muñeca. - ¿El tiempo mañana? - Si de mí dependiera bueno. Pero ya se sabe esas cosas vienen de arriba.
Unos conocidos celosos de su quietud, su buen talante, preocupados por saber de dónde salía su sustento le decían: ¿por qué no buscas un trabajo? - Me arreglo bien aquí. Poco sé hacer.
Ahora con la vendimia hay mucho trabajo: hacer el trasiego, lavar las tinajas. - No sé. No sé, contestaba sin perder su asiento.
Me contó todo esto mi tío Roberto, que se fue ya. El hombre de los besillos cálidos. Uno en cada mejilla. Familiares. - Hasta luego.
Y me dijo mi tío que consiguieron al fín, por amistades, que trabajara en una bodega para el trasiego. Del vino. - Se trata de subirte encima del camión cisterna y velar porque no se vaya. El motorcillo no tenía medidor de paso. Y allá se fué el hombre del periódico con unos cigarrillos. En Julio y la calor. Encima de la chapa de la cisterna.
Cuando llegue el vino arriba gritas la voz ¡Lleno!. ¡Lleeeno!. ¡Eeeno!. La voz gutural del bodeguero.
La manga manando vino suavemente y un ruido de chicharra continuado al fondo del patio.
Al hombre con el tiempo, quizá por ser su primer día de trabajo. Su primer día sin banco de la plaza, quiosco, tráfico, animación del mercado ... cuando el vino llegó y corría ya calle abajo sólo pudo gritar: ¡Suficiente!. ¡Suficienteee ...!
Y se sabe que volvió, luego, a su banco(asiento) al día siguiente. El suficiente.

Observo peligro, indolencia en este caprichoso dar y quitar vida a los negocios. A las personas.
La inteligencia en exceso es mala inteligencia. Dice
Vergilio Ferreira. Pensar. Acantilado 138
"¿De qué te sirve la inteligencia si no tienes inteligencia para usarla con inteligencia?"

La delectación, la degustación, el pensamiento sibarítico excluye y hace jugar a la ruleta trucada sus principios.

"Desde una mesa repleta
cualquiera decide aplaudir
la caravana en harapos
de todos los pobres ..."
Silvio Rodriguez. Fragmento

Paseando, mientras voy a mis cosas, me encuentro este elocuente letrero en la DYA de Bilbao: Se necesitan personas para casos de soledad.
¿No será eso lo que nos ocurre, que estamos tremendamente solos?
Viernes veintisiete de noviembre de 2009

14 nov 2009

Una casa es un patio, mañana entera, un corral al fondo: los conejos, la gavillera ...




Gavillera. Mixta/papel 147x140 cm, Octubre 2009

"He cogido tantas veces este cuaderno
para escribir y lo he dejado como estaba,"

He cogido tantas veces (fragmento) Sumar y Restar. Javier Aguirre Gandarias
.

Fue la herencia paterna que recibimos: ciento veinte conejos. Grandes, medianos, recién nacidos. Además, naturalmente, de todo lo sabido que se lleva consigo entrevenas y el alma. El parecido. ¡Ay que verde vejiga, que mala madrugada!.
Me recompongo por si influyera este lamento mío al compartirlo. Conejos, que tesoro, biennacidos conejos. Alimento diario por si acaso y moneda de trueque. Ciento veinte y no sé que fue de ellos, que pasó, dónde fueron.
Nos veía, esperanzado, crecer nuestro padre. Ganar altura. El primero que llegó a los pedales de la bicicleta fue Pepe. Confieso que siempre tuve cierta resistencia al crecimiento. Modorro. Me mandaba mi padre al taller de Agapito. Enfrente. El zapatero constante. Quizá pensaba que ese oficio era mejor para mi, cuando me sentaba en el taburete junto al barreño de buscar las fugas, los pinchazos de los neumáticos. Tan mirón en el interior del taller.
Le llevaba papá cogido del sillín apenas dos pasos, luego como voluntad compartida mi hermano mayor continuaba solo, derecho a casa a excepción de una curva peligrosa a la izquierda. Un pequeño repecho y ahí estaba mi hermano triunfante de la vuelta del trabajo de nuestro padre. Del taller a casa, media manzana. Pocos metros. Aprendió rápido a mantenerse en equilibrio y con el atrevimiento vino lo demás. De inmediato pudo llevarme, henchido de responsabilidad en la parrilla de atrás, porta equipajes, porta hermanos, porta sacos de amapolas para los conejos. Preferían la alfalfa recién cortada, el alimento principal de la vaquería de arriba de la calle.
Cogíamos con mi madre ramilletes de ellos que luego iban a parar al fondo del saco. Nosotros con las manos, mi madre se ayudaba del mandil y nos ganaba siempre. Sabía andar en las cunetas, era alante, en la carretera de Torrenueva y Santa Cruz de Mudela. Entre piedras, cardillos, hinojo y romero. Frescas amapolas recién surgidas libremente, diseminadas, en el paisaje. Entre sembrados alineados de buen cereal, trigo verde, candeal. Espigado futuro que mecía el aire. Había que coger dos sacos cada vez. Luego del aprendizaje íbamos solos. Voracidad vegetal de animal herbívoro. A ratos confundíamos con alborozo su función alimenticia y los mirábamos como al Loro que nos presentara Javier Aguirre Gandarias:

Tiene un ojo cerrado
y otro abierto. El loro tuerto!
¿Cantar? No canta.
¿Reír? No ríe.
¿Posee alguna gracia? Ninguna. El loro tuerto!
¿Ha aprendido a amar? No ha aprendido.
pero subo las escaleras corriendo,
para verle, con el corazón impaciente:
¿Le habrá ocurrido algo?
Le doy de comer, le hablo al oído, le mimo
y me mira fijo, fijo, con su ojo demoníaco. El loro tuerto!

Incontinentemente felices. Como niños. ¡Tan numerosos!. Y nuestro padre con ese ejercicio siempre de tablas y clavitos, de bisagras de caucho y tela metálica muy fina que siempre se me ha antojado lo más difícil del mundo colocar: tan derecha tan tensa. Hexagonal en cada una de sus celdillas y unos cerrojitos fabricados en casa con un hierro y chapa de lata de aceite para automóvil. Había en casa algunos botes de verde y rojo BH. Para reparar raspones de los cuadros de las bicicletas y yo con un sólo pincel me sentía iniciador de un nuevo juego pintando la pared de mi habitación que daba a la calle. Había que estar siempre en contacto con los amigos.
No eran tiempos ociosos aquellos años. Siempre había algo que hacer. Siempre. Habitáculos, separadores para la coneja en celo y la por parir, cuidados para la prole. Hacía mi padre unos comederos de chapa contorneada y pisada, como los harían en Méjico.
Mientra ocurría todo esto nos aventurábamos por las alturas en ejercicio y prueba de que no había miedo ni vértigo. Desde aquel conjunto de haces de sarmientos que daban techo a los animalitos se divisaba el cerro. Más cerca, el cercado abandonado contiguo al corral. Y mirábamos muy atentos en busca de algo, que tal vez fuera prohibido o que tan solo estuviera allí. Y no había nada nunca excepto la quietud, un poco de mala hierba entre una desmandada higuera con higos hueros.
Eran, miraras donde miraras, cuadros, estampas con figura siempre que volvíamos abstractos tal vez por la impaciencia, por la prisa.
Tuvimos en la Virgen de La Cabeza un sustituto de maestro que se ganaba nuestro silencio y respeto pintando con tiza unos caballos bien nutridos, reales, maravillosos a pizarra entera. Recuerdo con gratitud que pensaba entonces que era magnífico. Mientras estuviera ese dibujo no habría en el encerado otra cosa. Cosas mías.
No dejaré de contarme aquí estas cosas. De renovar esperanzas perdidas, emotivos o locuaces silencios. Alegrías. Al final uno es de lo que está hecho. Lo dice Iriondo en el texto que ha realizado para la exposición de Antón. De propia voz y en palabras de otros. Un saludo. Salud.


7 nov 2009

Una casa es un pozo, una higuera, una cocina




Una higuera. Mixta/papel 140x140 cm 2009

... que clase de libertad van a darte.
"Yo me quedo" Pablo Milanés

Me quedaría, aquí, cuidando del balcón. Detrás de los cristales. Mirando cómo el viento zarandea el Ficus cargado de años. Los geranios. Las adormecidas, verdes, plantas que nos revitalizan a diario. Aquí se halla la fábrica del viento y conozco otro lugar con esas características: el arco que da paso histórico al pueblo burgalés de Covarrubias, Arco de Santa María. Lugar dónde se cierra el paso a los vehículos, lugar que viera lo que viera. Tanto.
Este balcón nuestro rectangular es menos transitado que esa pieza histórica que cruzamos camino de Pelusa, la tierra cerrada de nuestros amigos Tere y Pedro José a las afueras.
Escribo en esta calle interior semiprivada de Zabálburu con el protocolo del invierno presentándose. No muy lejos de aquí, en los puntos más altos el agua con el frío se convierte en nieve.
Está lloviendo y me acuerdo de Alday aldeano fuerte y grande, añejo y noble como un buey. Subía él. Bajaba yo. La cuesta de Elejalde. A la altura del cementerio, lloviendo a cántaros: Suave, suave, decía. Cuándo llueve hay que andar tranquilo, si no coges las gotas tuyas y las de alante. Alday agarrado siempre, paseando, a su vara de avellano de dos metros, con su txapela grande.

En el 67 ó 68 mi padre cerró el pozo interior de la casa. Teníamos nueve, siete, cinco, tres, uno años los hermanos. Demostrábamos correa suficiente y altura para asomarnos por el brocal de piedra al redondo vacío. Nunca se sabe dónde se encuentra la curiosidad. Y precipitarnos abajo. Cerrado a cal y canto dio lugar, luego, a un aparador para la mesa de la cocina. Hacíamos toda la vida allí. La cocina es el corazón de las casas. Los patios abiertos el pulmón, bien regados desde la mañana. En el nuestro siempre colgaron floridos geranios y demás plantas. Mi madre, del campo, siempre tuvo buena mano para ellas. A veces pienso cómo llegó a tener tantas sin comprarlas. El dinero era para otra cosa. Un esqueje de aquí, la buena vecindad y alguna que traía mi tía Tomasa de la rebusca, del campo.
A grandes males, grandes remedios. Al quitar el brocal de piedra se dieron cuenta del porqué la higuera estaba tan saludable. Tantos higos, tantas brevas. Y es qué todas las raíces se dirigían allí a compartir el agua, el frescor con los melones y las sandías que mi padre metía en un cubo y lo ataba pozo abajo a un metro del agua. Una buena sandía no debe caber en ningún frigorífico. Las buenas son las grandes. -Se rajan las gordas!! gritaba el melonero en la Trinidad, la Mesta, La calle del Convento ...
El patio empedrado de la casa estaba abultado también por la presencia de esas raíces. Llegaba la higuera al tejado, abundante en su copa, con un tronco derecho estilizado de podas sucesivas. Responsables. Tenía para nosotros, chicos, la altura del vértigo. Daba sombra al patio toda la primavera y el verano. Y aprovechó mi padre la obra del tapiado del pozo para hacer un cuarto de baño. Habida cuenta de que no era necesaria la basura. Antes de los calores varias personas hacán la labor de sacarla, tan útil para la tierra luego, para el campo. Del retrete a la calle, en espuertas. A veces, atravesando toda la casa, del corral a la calle. En las casas con tierra echaban con la orca paja. Facilitaba el sedimento y la tarea. Puso un grifo en el patio que aún existe. Suficiente. Había un dicho entonces que tendrá vigencia, pienso, siempre:

Aunque manden las derechas, aunque mande el comunismo, los que sacan la basura casi siempre son los mismos.

Ahora en todas las casas, aparentemente, hay cuartos de baño, progresivamente desaparecieron los retretes. Se jubilaron, desaparecieron, los que sacaban el estiércol a espuertas. No obstante, hay muchas cosas que no han desaparecido. Hay quién no sabe andar sino es con el corazón fuera del pecho.
Volviendo a Vergilio Ferreira. Pensar. Acantilado 138
"Uno de ellos era muy inteligente y lo aprendió todo, lo entendió todo y se llevó todo eso consigo cuando murió. El otro era razonablemente estúpido e inventó un modelo perfeccionado de sacapuntas. Y existió más."

El proceso del progreso.

27 oct 2009

Fábrica de sueños (2001) de Antón Hurtado

Siempre me llamó la atención la edad en que murió mi padre. Avelino. José la ha pasado ya, mi hermano mayor. Os digo que allí en ese año cruel de nuestra peculiar, familiar, historia conocí el frío. Y ninguno vendrá, tan gélido, después, que sea como aquel. Tan absoluto. Tan soberbio. Tan obscuro. Así es que estoy prevenido a los inviernos.

Decidí con Antón, ayer, poner aquí este testimonio. De Prosas apátridas de Julio Ramón Ribeyro. Verdaderamente nos preocupan las mismas derivas.

"Dentro de algunos años alcanzaré la edad de mi padre y, unos años después, superaré su edad, es decir, seré mayor que él y, más tarde aún, podré considerarlo como si fuese mi hijo. Por lo general todo hijo termina por alcanzar la edad de su padre o por rebasarla y entonces se convierte en el padre de su padre. Sólo así entonces podrá juzgarlo con la indulgencia que da el ser mayor, comprenderlo mejor y perdonarle todos sus defectos. Sólo así, además, se alcanza la verdadera mayoría de edad, la que extirpa toda opresión, así sea imaginaria, la que concede la total libertad" (Prosas apátridas, 36. Seix Barral 2007).

Si alguna vez, un ojo educadísimo, crítico y certero, comisariara una exposición colectiva de pequeña escultura y contara, suponiendo, con esta que veis, debería pedírmela a mi. O a Maite que también le ha cogido aprecio. Es una silenciosa pieza que en su mixtura de materiales y pintura reposa en el "globe" que compramos en Almonedas hace años. Surgida del ejercicio del autor en el boceto. En el dibujo mínimo. En la capacidad de atracción del objeto artístico. Las cuatro rayas preparatorias de la acuarela. Los palos del sombrajo de los espantapájaros. La espina en el pescado. Su cultura y la intuición. Tan sólo en eso... En materializar tal vez el pensamiento. Hicimos una así, parecida, subida de escala hace años. En agosto. Frente al puente de Calatrava. Ahora el original, el físico, la maqueta, forma parte de la colección del artista. Diminuta también. Preciosa. Blanca. Como esta "Fábrica de sueños", silenciosa también en su reclamo. Pequeña, Chiriquiana, al decir de Bonet en el catálogo de Antón de este año en el Gustavo de Maeztu. Metafísica. "De abajo arriba", ¿recordáis?.
Están ya construidos los lugares: grandes, no tanto como un continente o el Mundo; pequeños, no tanto como una barca en Ruidera, en la laguna. Una barca de agua dulce. Cosa tan frágil. Sedente. Las personas, el hombre y la mujer son tan sólo, inicialmente, la escala, la cuña pericial para averiguar los contenidos de lo construido.
Luego, no se sabe ciertamente, como quedan huérfanos esos espacios. Grandes y pequeños y en desuso. Con suerte vigilados cortesmente por los vecinos colindantes, bulliciosos, que delatan también con su alegría el abandono. El brutal, doloroso abandono. Tan sólo en ocasiones, para el paseante ajeno, romántico abandono. Así reza en los papeles turísticos de Luso (Portugal). Pueblito construido al abrigo del palacio Manuelino de Bussaco y sus jardines espléndidos. Príncipe de las importancias. "El Balneario de Luso y centro popular de salud sumido en un romántico abandono"... Pero funcionando. Con sus mayores atendidos, sentados por allá los evidentes. No tan sólo esperando que el trámite sea lo más leve, lo más digno posible ...
Necesitaríamos nosotros un cercado cerrado, abandonado, de esos, para toda esta obra acumulada y de otros tantos artistas, amigos didácticos. Fundamentales. ...Y las mías.
Todas estas cosas que guardamos esperando ser mostradas como merecen, aunque eso no es problema. Nosotros esperamos también. Andamos juntos.
Me une a Antón un gran aprecio. Lo conocí porque él quiso. Afortunadamente. Caminante inquieto, luchador de sociales luchas. Partidario de propósitos imposibles. Solidario con los balbuceos primeros de los novatos. ¿El arte maduro?, ¿el arte joven?. "Que eso es lo que nos pierde en la vida. El brillo joven y el buen acabado", diría Antonio Saura a su hermana Angeles, en La duda. Galaxia Gutemberg. Solos también. Hay una edad que nos iguala a todos como género. La edad de los problemas. Cuando el trabajo no tiene otro camino que el de la acumulación y se sabe inédito, invisible, año tras año. Es una edad naturalmente, anterior a la edad imprecisa, rasuradora, del silencio eterno. Lo saben todos los que nos faltan, los que se fueron en silencio y los que lo dejaron escrito en sus diarios, en su correspondencia, en sus textos. De lo que se trata, ahora, es de aquello que te llama. A medio metro de ti. Y te recuerda lo que eres. Y seguramente te da un tirón, un pequeño calambre en la columna, por adentro; y te pone la carne de gallina. Un escalofrío. Y ocurre, también, con las canciones. Y te reclama. Para bien o para mal. Te reclama.
Me recomendó trabajar sin cansancio. Daba yo entonces mis primeras pinceladas. Recuerdo que con esa opinión, inesperada, di por bien pagada aquella exposición. Hasta ahora que tomamos café y unos vinos de tarde en tarde. -Lo que haces está bien, dijo. Receptivo. Sabía que había en sus palabras un tilde sincero, enfático, alargado en la "en". Bieénnn.
Siempre quise tener obra de Antón Hurtado y esta llegó cariñosamente. Motivada por no sé que celebración o urgencia de ánimo. Celebraciones. Fines de año. La Navidad nos hace frágiles. Nosotros tan ateos. Celebramos el frío que cala los huesos en Viloria, en Santa Coloma, Rioja arriba, allí dónde lo haya. El frío hermana, amigo. Y la pintura.
He de agradecer aquí a Antón la confección de la cabecera de este blog y el pequeño pixelado retrato del perfil. Comparece por esta casa alguna obra más que quizá formen parte de otra entrada en esta colección. Un paisaje colgado en un redondo sol surgido de una blonda de rosco de reyes...
Cuando por noviembre de 2007 me disponía a cerrar por inventario el espacio donde disfruté la residencia en Bilbaoarte, abarrotado de pintura, objetos, como participante de unas "Bodas de Camacho" donde se sabe que todo fue sobrado y abundante, llegó esta postal. Curiosa. Única de Ballycastle. Irlanda. Allí se fué el autor el último trimestre a buscarse. A encontrar motivo para sus nuevos cuadros, a comunicarse con nuevos paisajes y esculturas con latas de conserva. Pequeñas también. A adivinar acuarelas en sus acantilados y hacer suyos todos los pabellones redondos, enigmáticos que pueblan con marco rural el horizonte. Y es una obrita a la que le tengo un cariño irrenunciable. Por su sentido de la oportunidad, aquellas Navidades de 2007. Aquel invierno. Embalando, revolviendo en los poemas de Juan Eduardo Cirlot. "En la llama", Siruela, 219.
Tarjeta anagrámica. Postal minimalista, deseándonos felicidad. Y se me fue la cabeza de inmediato al conjunto de postales, felicitaciones, deseos de un futuro mejor que vi de mi admirado Lubertus Jacobus Swaanswijk. Lucebert y su poesía en la Fundación Antonio Pérez de Cuenca. Conjunto singular de arte correspondencia donde parece que se adivina un requisito previo: ser devueltas a su autor o a sus herederos para ser mostradas luego. Así como nuevo homenaje a los amigos que creemos tener o que realmente tenemos. Cumplida ya su función boomerang que seca el vuelo del ave y vuelve a su remitente. Allí están en la Antonio Pérez, un centenar y pico, en el barrio alto, entre casas colgadas y el puente de hierro.
Ahora que sigo conformando mi opinión sobre el Arte, que vivo, trabajo, leo con voluntad de hacerlo, confieso que hay algo que valoro mucho: la generosidad. No me refiero al hecho de dar o regalar. Es una postura que me reservo. Me refiero a que la obra en sí debe, para mí, ser generosa. En su realización, en su temática, en su armonía, en su desarmonía. En su interpretación. En su denuncia. En su rebelión... Con su montón de huesos el artista debe mostrar las dificultades que sufre su trabajo. Dejar huella. Andar en el punto más curvo de la recta.
Dice Plá en "Vida de Manolo"(Destino). En boca de Manolo Hugué: "De todos modos, es necesario trabajar, y lo que se llama cultura ha de servir, no para justificar los errores que uno comete sino para llegar a tener la malicia suficiente para no equivocarse nunca".
Intuición.
Leo cuando escribo y viceversa... subrayo. Tengo frente a mí el tarjetón de la próxima, inmediata, exposición de Antón en Bilbao. Dice ...al otro lado del horizonte. Y allí se puede ver un gigante que podría haber sido un 19x22 cm y sin embargo la idea primera y general será ¿dónde metemos este gigante? y me lleva esto de nuevo, personalmente, al pensamiento orfebre de Bretón: "Sólo es imprescindible lo inútil". Con generosidad.
Juan Manuel Lumbreras del 3 al 30 de noviembre.
Observación final: Lo mejor de Antón, Antón Hurtado.


¡Es tan difícil ahora encontrar una persona!
Julio Ramón Ribeyro. "Prosas apátridas", Seix Barral, 2007.



21 oct 2009

El laberinto (Metafísico) abstracto III

A mi amigo Pedro Palacios como si estuviera. Y para Pedro Morales, pasante de oficial de Juzgado en "El secreto de tus ojos" de Campanella, acribillado a tiros.

Dice J. Rondissoni en su libro Culinaria, para el mes de octubre:
Caza: Perdices. Codornices. Alondras. Conejo. Liebre. Faisán. Corzo. Jabalí.
Legumbres: Puerros. Alcachofas. Judías verdes. Col de Bruselas. Lombarda. Rábanos. Salsifis. Remolacha. Col. Setas.

Vino mi primo Enrique a verme, un sábado. Siempre estoy localizable en esos días. En el Metro. Y los domingos. Acompañado de su amigo Galán. También de Valdepeñas. En realidad venía a ver a mi hermano. Los primogénitos siempre han tenido prioridad. Pasar un rato con él, pero ese día, estaba indispuesto. -Id a ver a Carmelo. Y vinieron, los dos como uno sólo. Disfrutando de cada momento cómo saben hacer los que han compartido liebres y conejos a la lumbre en el campo.
Les pregunté dónde dejaron el coche. -En el Guggenheim. -¿Y qué os ha parecido?. -Yo no soy de los lugares, soy de las personas, primo. Me dijo como santón que lo fuera de algún lugar sagrado. Equidistante.
Es la ética, pensé, de los que durante toda su vida observaron, tan sólo, el oficio y el servicio. Mi pariente fué principal de un hotel, en sus mejores años. Velaba por los que velan que todo funcione, al punto, que los señores clientes estén a gusto, cuidaba de la intendencia, del consumo, del beneficio. En un oasis aparente, entre millares de vides y tierras bien labradas, dociles, entre olivos, camino de Jaén. Acaso, en las cunetas, las bolsas de basura ocasionales de los conductores indolentes. Algún bidón de plástico manchado de aceite. Antaño, en los setenta y primeros ochenta, cuándo no eran autovías las nacionales y no se pagaba por rodar a Córdoba, Sevilla, Cádiz... Pienso que se iba más lento. Había que reducir, porque se cruzaban los pueblos de Norte a Sur. Del Sur para Madrid, muchas veces. Adelantando por la izquierda, a duras penas, entre tractores en vendimia y cosechadoras en julio. Inmensas. Compartiendo el placer vacacional con los currantes del volante, camioneros y lugareños que tienen la morada a tiro de piedra.
Enrique, mi primo, fué para mí un ejemplo de tío mayor con éxito. Me parecía estupenda su profesión liberal, que le procuraba tan buen asiento y buen aspecto. Eso sentía de chico en el pueblo y creo que se hace en los pueblos de ese modo también. Tan aparente. El resto queda, como en todas partes, para el interior de las casas. Y hay secretos que se mantienen por generaciones.
Aún no se porqué a mi primo le gustan las personas más que los lugares, pero tampoco yo me fío mucho de los paisajes. Disfruto de los paisajes muy celosamente. Me gusta mirarlos intensamente, como si no los fuera a volver a ver. Y sé que sabría ser fiel a alguno de ellos. A alguno que estuviera libre de accidentes, de remodelaciones. Inamovible. Sensible tan sólo a sus cambios naturales. Advierto que es rápida la vida, el desgaste de los tiempos y que anda la tecnología rápida, irrumpiendo, inasumible, de repente, entre verano y verano por arte de magia. En las lomas más altas con molinos, ¿qué digo? Aspas, tan sólo aspas gigantes, que a veces no funcionan y te preguntas que materia prima las moverán, qué coño hacen ahí, insensibles, incapaces, innecesarias. Así es que, me refugio de los paisajes en el interior. En casa. Disfrutando de un parque con tráfico infernal y dónde todas las personas se dirigen. ¿Adónde? -lejos del tráfico inicialmente.
Con mi primo y Galán bebimos encantados por el placer de vernos de nuevo. Prometió volver. Y volvió. Se quedó dos días. No fuimos al Guggenheim, porque sé, que en el Mercado hay más personas, que es lo que parece valorar mi primo. Y los fogones. Así que, compramos lo mío y lo suyo para llevar de vuelta a su familia, a sus amigos.
Enrique, tan físico, y aquí uno tan metafísico.
Leed cuanto podaís de Slawomir Mrozek, La mosca. Acantilado 92. Extraigo de su relato El Simple, este fragmento:

-¿Cuál es la diferencia entre física y metafísica?
-Física hay cuando una piedra cae de arriba abajo, y metafísica, cuando una piedra cae de abajo arriba.


Paso, salvo excepciones, rápido ante la obra paisajística. Soy más de las personas, primo. Metafísico. Empeñado en que la cosa caiga de abajo arriba.

ese pájaro pardo
que picotea el suelo
no es pájaro ni es pardo
al iniciar el vuelo.

Angel Crespo (fragmento) Alondras

Imagen: Mixta/lienzo 29x22 cm. 2009

15 oct 2009

De nuevo Alberto Datas



quién eres, pequeño yo

(de cinco o seis años de edad)
que observas desde una alta

ventana: el dorado


ocaso de noviembre

(y que piensas: que si el día
ha de convertirse en noche

este es un hermoso modo de hacerlo)

E. E. Cummings
Búffalo Bill ha muerto. Hiperión 274

El laberinto (ignorado) abstracto II

"Yo nunca tuve tropilla
siempre montao en ajeno ..."

Jorge Cafrune
Milonga del peón del campo

Lo desconocido. Unas leguas hacia el sur o el suroeste. Unos diez kilómetros. Mi primo sabía y ... los mapas. Andábamos por el llano, camino del puente de hierro; con las vías del tren en paralelo. Cuándo empezaban a surgir las amapolas tenues, tiernas en los ribazos. Entre el sembrado. Luego cogeríamos sacos y sacos para los conejos, pero eso será otra historia, y los primeros brotes de hinojo azul verdoso. Nos aventurábamos recién comidos como si la noche no fuera a llegar nunca. Sin haber sido advertidos con prohibición alguna. La edad es suficiente motivo para la prudencia. En cada momento. Entonces éramos pequeños y nos podía la sensación de culpa, la intranquilidad de estar fuera de lugar. Alegres, jactanciosos, andábamos embebidos en el placer de ir. Con el sol de la tarde hacia el puente de hierro que contenía las vías del ferrocarril. Más adelante, pero más, estaba el agua. Inexistente. Siempre conocí la sequía en el río Jabalón. Se bebieron pronto el agua los pozos comunicantes, subterráneos de la tierra. Más abajo, más hondo. Río abajo, río arriba. Quedaban tan sólo unos remansos dónde nos dirigíamos. Al abrigo de una construcción de vaya a saber cuándo, resbaladiza de cemento. Una placa dónde se estaba bien entre baño y baño. Una evidente y extraña construcción, rara, en la naturaleza seca. Vestuario de una balsa de agua. Sola en muchos metros. La morada de algunos peces recién iniciados, diminutos y un centenar de juncos a los lados, la envoltura ideal de las roscas para los churreros. De los tallos recién hechos de mañana.
Allí nos sentábamos en la meseta gris. A la orilla del gran charco enlodado. Con un silencio cómplice. Joven. Más adelante duele más el silencio, cuando viene habitado de recuerdos antiguos y palabras no pronunciadas. Parecía mi primo un pez. Mi primo Vicentín. El más grande de la charca enlodada al fondo. ¡Tan brioso, tan moreno! Mi tía Tomasa decía: ¡Qué hermosura, Luisa, tus hijos, tan blanquitos! Eso si era verdad. Teníamos buena levadura, tal como dijera de sí Manolo Hugué a José Plá. En Vida de Manolo. Y pienso, ahora, más nos valía tenerla con un futuro tan incierto y la sequía.

Hasta el aire de entonces parecía
que estuviera suspenso, como si preguntara,
y en las viejas tabernas de barrio
los vencidos hablaban en voz baja ...
Nosotros, los más jóvenes, cómo siempre esperábamos
algo definitivo y general.

Jaime Gil de Biezma
Elegía y recuerdo de la canción francesa
(fragmento
, hacia 1964)

Nos volvíamos de allí como nos fuímos, infantiles, imberbes. Hay experiencias que no dejan poso. Ilesos, sabiendo que volveríamos en secreto. El campo de la Mancha siempre fué muy discreto. Inhabitado.
Mi primo Vicente sabía dónde estaba la poza que hospedaba el agua, cómo bálsamo. Aquella construcción en el cauce como pequeña muestra de por dónde debía ir cuando viniera. El agua. Yo no. Yo, sin saberlo, siempre estaba abstraído lejos de allí. Han transcurrido muchos años y hoy en las noticias han vuelto a hablar del secarral en que se han convertido las Tablas de Daimiel. Una agresiva turbera que arde por debajo. En el Guadiana. Apenas a unas leguas del lugar del que os hablo. Es una pena. Hay cosas que, cómo los recuerdos pesados, no parecen tener remedio.

"Tal vez alguien haya rodao
tanto como rodé yo
pero les juro, créamelo
que vi tanta pobreza
que yo pensé con tristeza
Dios, por aquí, y no pasó"

Jorge Cafrune
Coplas del payador perseguido
( fragmento)

Merecidos cariños a mis primos, Carmela, Paqui y Vicente Camacho que ahora está en Pinto. Yo aquí acabando la tarde del 15 de Octubre.

Imagen: mixta/lino, 29x22 cm, 2009

7 oct 2009

El laberinto (gabinete) abstracto I

Sentado en el poyete del pajar. En el laberinto. Podía ver el brocal del pozo cerrado. Lo abría el abuelo al atardecer para sacar el agua de la mula. Agua para limpiar el carro y los aperos de labranza. Había una cuadra debajo de mi asiento para la mula con un comedero dónde mezclar la paja con un poco de cereal. Y una piedra gorda de sal. Yo le daba lametones para saber cómo sabía. Siempre igual. Sal. Para subir arriba, había que hacerlo por una escalera que, en precario, conocía el peso de mi abuelo y a regañadientes el mío. Son los secretos de las escaleras. Mi abuelo era menudillo y tenía en los ojos la gracia que le quedó del último carnaval. Era Carmelo muy guasón, muy carnavalero. Un compendio de sucesos y ocurridos dónde no se podía atisbar ni un ápice de gravedad. Bastante grave fue cuándo le quitaron sus tierras, con tanta familia, cuando "aquello". Luego se las fueron devolviendo pagando la totalidad de su precio o tan sólo las tasas. Eso fue cuándo los militares repararon en que estaba el campo yermo y las alimañas empezaban a tener comportamientos humanos y viceversa. En fin, un descalabro. Peor hubiera sido aparecer en una cuneta como sombra. Tan sólo como sombra de uno. Más seco que la mojama.
Me sentaba, digo, en el quicio del pajar que tenía sólo media puerta que no se cerraba en todo el año. Lo recuerdo bien, la puerta que no se cerraba y una madera arriba como ocasional minutero dónde colgaba el carrucho de hierro y la maroma. Por eso me ocurrió luego lo de la bicicleta. Ya llegado a Bilbao, con una cuarta parte de mis años. Por lo de la puerta, digo. El carrucho de subir la paja estaba allí, noche y día, a la intemperie. Casi como nosotros que corríamos desnudos calle arriba y calle abajo. La de la Trinidad. Al abuelo no le gustaba que revolviera la paja en busca de huevos, calientes, de gallina. Si enredas. No ponen, decía. Recuerdo que obedecía, disconforme, porque aquello era para mí cómo descubrir el mundo. Entrar vacío y salir lleno, con tantos huevos como cabían en unas manos pequeñas. Obedecía y miraba la paja tanta, para adentro. Sé que me decía, entonces, que aquella acumulación era lo más difícil de dibujar del mundo; luego he ido restando importancia a esos imposibles y ahora sé que todo dibujo comienza en un trazo. Me sentí bien cuándo vi las acumulaciones de Anthony Burgess, con su carga sarcástica-humorística de intensidad: Habitación de cajas de cerillas de propaganda, Habitación de televisores en blanco y negro, ...
Mi abuelo. Un día vino una de las vecinas que saludaban al pasar a Carmelete el herrero, la puerta de la fragua siempre abierta. Es por eso por lo que me pasó, luego, lo de la bicicleta.
- ¿Vas a ir al campo?. que quiero que me estañes el puchero. El de las lentejas. Que le tengo aprecio Carmelo, me hace mucho bien en la cocina. Total pa Enrique y pa mí!
- Para eso no tengo que dejar de ir al campo. Tráemelo. Y al día siguiente - ¿Está el puchero?
- Ahí lo tienes, hermosa, como nuevo. - ¿Cuánto te debo?. - Dos pesetas. - ¡No seas malo, Carmelo, con un duro está bien! - Pues dame lo que quieras, sorda.
Yo mientras tanto, "El que tiene un vicio o se mea en la puerta o se mea en el quicio", arriba al calor del pajar buscando huevos.
Imagen: óleo/lino, 29x22 cm 2009

4 oct 2009

Tres Notas para un sólo paisaje



Mixta/cartón, 3-18x13 cm, 2008

Un día sacaré aquí en la ventana del blog las rebuscadísimas pinturas que me ha traído Alfonso Gortazar de Vietnam. Han puesto cuidado de artista, nuestros amigos, Merche Olabe y Alfonso para que tuvieran cierta contemporaneidad. Es natural que ellos prefieran comprar a artistas, lo sencillo hubiera sido haber entrado en una macrotienda para turistas donde es sabido hay "pongos" para todos los gustos. Es curioso como China, Hong Kong, Taiwan están tan cerca de todo el mundo. Es casi milagroso. Intenta tú mandar una caja de zapatos hasta Manzanares y verás lo que te pasa: el transporte te costará mucho más que el contenido. Pero volvamos al asunto, los pintores deberíamos coleccionar pintura, comprar pintura. Tener habitaciones llenas a rebosar de pintura, cuartos preparados para albergar pintura, kilos y kilos de pintura. Acrílicos, esmaltes, acuarelas, de suelo a techo. Todo pintura en sus variadas presentaciones, en botes de chapa, o de plástico, en botecitos, en tubitos de pintura, pintura, pintura. Será esta la inmediata sustituta de la bisutería y los abalorios en casa del pintor y luego.. ¿quién de nosotros sabe, a ciencia cierta, que pasará luego?.
Dice Ferreira: "El egoísta y el altruista no sólo se diferencian por lo que son, sino por el tiempo que tardan hasta llegar a si mismos. El altruista da una vuelta por los demás. El egoísta es más rápido". Un filón. Vergilio Ferreira. Pensar. Acantilado 138.
Saco estas breves notas aquí por su parecido en el tamaño con las que me han traído mis amigos en un bolsillito de la maleta cargadísima de kilómetros terrestres, aéreos.
Mis amigos Pedro José y Tere tienen también muy buenas notas en su casa, recuerdo especialmente dos firmadas por el pincel finísimo de Sarmiento, una: un baño de pies con señora en patio de casa castellana y también una siega. Coincidí con este pintor de la tradición colorista unos minutos en el estudio de los Roscubas de Hurtado de Amézaga, recién adquirido. Allí en una habitación tenía infinidad de tablas-notas. Nunca supe que le pareció a él mi ejercicio de tirar pintura por el suelo. Supongo que una barbaridad. Coincidí allí también con Josemari Campoy, marino y pintor, afincado ahora en Donosti, pero Josemari ha sido para mí sobre todo un amigo, un testigo en todas las tesoneras etapas de este maravilloso oficio. Como artista es merecedor de un capítulo aparte. Un abrazo.
Vienen a colación las notas porque recién leído "El pintor Joaquín Mir" de José Plá. Destino. Tomo conciencia de la importancia de esas obras menores, intercaladas, en la obra gigante de los artistas. Dice Plá: "Las dos cosas que llegaron a tener una valorización más alta en Vilanova durante la guerra, fueron las notas de Mir y el pescado fresco. Eso explica el porqué en las casas de los pescadores hay-o había- tantas notas de Mir adquiridas por trueque en aquella época".
Lamento no haber visto ninguna de esas pequeñas pinturas. La exposición en Bilbao de Mir ha sido una maravilla, más aún ahora que he leído la semblanza que del artista hace José. Impresionismo sin florituras. Claro que quizá faltaban esas notas. En otra cosa coincido con José Plá ahora: es el inicio de su Cuaderno gris. ¿Recordáis?. "Como hay tanta gripe ..." Aquel principio del abultado diario realizado el 8 de Marzo de 1918 cuándo el autor cumplía 21 años, es el mismo que debería haber usado yo para iniciar este ¿post? de estar haciendo uso de la verdad: como hay tanta gripe ... Convaleciente he podido enamorarme de nuevo de la prosa magnífica, dulce, del gerundés. Domingo, cuatro de Octubre de 2009. Es natural. Después de nosotros quedarán las notas más o menos valiosas ... y quedará ... la gripe.

28 sept 2009

Termodinámica del horizonte


Madera pintada 16,5 x 9 x 6 cm, 2007

Primera parte

Lunes 28 de septiembre de 2009. Hemos viajado a Vitoria en coche la semana pasada. Dos días. Dos veces fuimos y volvimos dos veces. Gratificante siempre el desplazamiento que nos permite parar un poco el tiempo nuestro. Hacer, pasear otras cosas. Usar y mirar otro mobiliario urbano. Comprobar como marchan las cosas a dos palmos de tus narices, pero en otro lado. Y hay que ir, hay que moverse.
La primera fué el miércoles. Barazar arriba. Barazar abajo. Con Pedro Fraile. Acompañando a los grandes camiones puerto arriba, disfrutando de la vegetación bien domada de la montaña. Están los montes limpios. Llegamos como si hubiéramos ido por la autopista con su muestrario de rápidos coches y descapotables fuera de temporada, pero con unos euros más para el café. Como aquellos hermanos, según Leguineche, de Segovia; que vendían ajos. -Yo voy delante y los voceo a diez. Tú vas detrás y los vendes a siete. Nos los quitarán de las manos. El ahorro es el ahorro.
Llegamos a ver la exposición de Varenka Girbau en la sala Luis de Ajuria. Voy todo el camino sonriendo. El gracejo me lo ha producido la columna del Correo (23-09-09) de Juan Bas sobre los programas timo en la noche televisiva: milagrosos adelgazamientos mediante el té chino, artilugios vigoréxicos, lencería prieta que te hace parecer más alta, más delgada, con más pecho. En fin, más colorada, más amoratada, sin respiración, más muerta. Las cataratas de dinero, nombres de mujer que empiecen por Z. De joven pensaba que llevando los zapatos prietos bailaba mejor. ¡Y así los tengo!.
Me pidió el bueno de Juan una dedicatoria al darle el librito que hice para Antón Hurtado. Aprecio mucho la obra de Juan, y apenas pude garabatear, ruborizado, "a Juan el gran Juan Bas". Ahora añadiría: "vaya este librito que de tan buscado no es mío". Ocurre eso con las recopilaciones. Son casas muy habitadas. Debería la dedicatoria ser patrimonio tan sólo de los grandes, de los reconocidos o de los autores admirados ... o de los genios. De los genios de todos los tamaños: grandes y pequeños, como silos de grano o los de lámpara maravillosa.De los acompañantes y esenciales genios.
Encuentro esta en el catálogo "La sonrisa del mono" de Edu: "Vayan estos años con mi padre ..."

Óleo/ cartón 26x24 cm. Verdes, 2009

Segunda parte

Agradezco haber madrugado, pués si cabe hay en casa aún más silencio. Nada, excepto un ligero brote de gripe, me turba para dar forma a esto que quizá no sea del todo cierto, ¿qué es nada?, ¿qué es todo?. Conozco algunas acepciones de la nada. Esa cosa a la que le han dedicado los poetas tantas horas. Más no su realidad más grave.
Ahora sabes que hace el rojo
Al rojo le gusta caminar sobre la hierba verde
Ahora sabes lo que sabe el amarillo
Que el sol brilla porque a nadie le gusta morir
Y del azul: que el azul cerúleo se ve negro.
Para un niño a quién no le han dado nada
Poema de Lucebert dedicado a Karel Appel
Los dioses sabrán lo que es el todo. Hago café.
"Creen los mayas que al principio de la historia, cuando los dioses nos dieron nacimiento, nosotros, los humanos éramos capaces de ver más allá del horizonte. Entonces estábamos recién fundados y los dioses nos arrojaron polvo a los ojos para que no fuéramos tan poderosos" Eduardo Galeano. El libro de los abrazos.
Tercera parte
Segundo viaje. Nada hay mejor que esas mañanas de Jackson tirando pintura por el suelo. El viernes fuí con Antón y Nacho por autopista a Vitoria de nuevo, la vecina ciudad tan distinta y ahora con tranvía. A la inauguración, en Zuloa librería, de la expo de alumnos del taller de Imanol Marrodán impartido en Bilbaoarte. Fernando mi compañero de estudio está entre ellos. Encontré renovada y limpita la librería pero el espacio expositivo sigue siendo un pelín pequeño. De allí fuimos a la siempre esperada exposición de mis maestros Fernando y Vicente Roscubas en Trayecto. Los amantes del arte-cultivo tienen donde entretenerse. Especialmente buenas sus fotos plegadas, exposiciones embrionarias que pueden dar lugar a más exposiciones.
Nada mejor que esas mañanas de Jackson Pollock tirando pintura por el suelo. Me hago acompañar de tres buenos amigos, sobre la mesa: estoy por confesar que los míos son aquellos con los que puedo estar mucho tiempo en silencio. El pintor Joaquín Mir de José Plá, Destino; el carismático y precioso título: Toda la belleza del mundo de Jaroslav Seifert, Seix Barral, un libro que hay que leer tan despacio como aconseje su buen entendimiento y Formas de devoción de Diane Schoemperlen, Seix Barral, de donde he extraido la cita que Galeano quiso que todos supiéramos.
He subido del estudio pinturas sobre papel y cartón y elijo al azar una que padece esta ceguera, este polvo en los ojos de los dioses. Ya no hay horizonte posible ni perspectiva, seguimos enfangados en nuestra falta de pericia (con respecto a los dioses).
Nada mejor que esas mañanas, tardes, noches de Jackson tirando pintura sobre un lienzo en el suelo para no manchar el suelo.
Un vistazo a la cocina. Ajos, dos cabezas de las de a 7 €/ristra. Felices sean los dioses que no los necesitan, por aquí abajo desgraciadamente hay quién no tiene ni eso. Ni posibilidad de conseguirlo.

17 sept 2009

A Luis Claramunt


Óleo/papel, 20x30 cm 2009
Aovadas las gallinas libres, sueltas .. nos recuerdan con su repetido picoteo nuestro vital movimiento circular.
"Cada noche hay uno que se queda dormido", Fabrizio Rondolino, Un lugar tan hermoso. Siruela 40.
O más.
Los hombres, las banderas, las praderas, las patrias, las cimas ...
Tengo hoy la edad, un poco más, que tenía Luis Claramunt cuando se fué en Agosto de 2000. En Zarautz. Observo mi interior y lo que ocurre a mi alrededor, mi capacidad de movimiento y de trabajo. La suma de proyectos y siempre en alza la suma de recuerdos. La acogida que tiene mi obra entre mis allegados. No puedo pensar en otro tipo de acogida. No sería real.
Pulo, limpio cada vez más los espejos en los que miro. Muy agradecido del hecho de mirarme. Estoy aquí!!!
Escribo con El País Babelia, 12-09-09, frente a mí. Abierto con el artículo sobre Baselitz. Asombrado por la foto grandilocuente de su estudio.
Luis Claramunt dispuso de tantos como ciudades dónde vivió, pero la suma de todos ellos cabría en el estudio del alemán y sobrarían metros para hacer un curso con multitud de alumnos. Un curso sobre pintura de acción, neoexpresionismo, arte vivo, llamémosle como se quiera. Cuentan que Luis pintó una temporada en Barcelona en un piso que era casa de comidas. No me corrijan soy muy terco. Dicen que ideó un sistema para hacer hueco entre las mesas sin montar mucho alboroto, cuándo los comensales habían dado cuenta del menú. ¿Quién no conoce los ingenios de Leonardo da Vinci?. Alguna mesa, quizá dispusiera de un sistema con poleas y cuerdas para ir a parar al techo. Realmente no sé como le fué a Luis con su obra, trabajó con buenas galerías. Juana de Aizpuru, se preocupa ahora por su legado pictórico. Sé que de pronto cogía un tren o un bus y se venía a Bilbao a mirar la ría desde los bares y cafeterías cercanos al Arriaga. A compartir opiniones, por allí lo conoció Iñaki de la Fuente, iba vestido siempre de negro y con pañuelo al cuello, dicen que tenía muchos trajes negros. De esa experiencia surgieron muy buenas interpretaciones de la ría. Eligió un modo de vida libre, en consonancia con su trabajo, nómada. Barcelona, Madrid, Sevilla, y también algunas ciudades de Marruecos fueron testigos de su ánimo. De todo su ánimo. Luis hizo inicialmente interpretaciones de los "clásicos", acuarelas. Conoció la pintura y quiso vivir en ella también.
Dice van Velde: "Si, está en mí, pero debo verlo y entonces alcanzo esos momentos maravillosos. En este proceso llegué a experimentar horas increíbles, porque es verdad. La pintura tiene posibilidades que uno ignora, y si se vive su vida, aún en la edad madura, todavía hay descubrimiento." Una vida secreta, Charles Juliet. La rosa cúbica 8. La edad madura de Luis se quedó corta. De ambos artistas he visto obra maravillosa en el Bellas Artes de Bilbao: De Bram van Velde en su colección permanente, de Luis en una colectiva y supongo que ahora estará en sus fondos. Los fondos. El fondo. Entre horas y horas de estudio, con independencia de sus medidas, es alentador saber que hay sitio en el fondo.
Conozco más casos de artistas con estudios diminutos, esa circunstancia no le hace ningún favor a su trabajo, pero eso será motivo de otro cuento. En la mesa de la cocina, a las siete treinta del dieciseis de septiembre. Reciclando cuartillas ...