A mi amigo Pedro Palacios como si estuviera. Y para Pedro Morales, pasante de oficial de Juzgado en "El secreto de tus ojos" de Campanella, acribillado a tiros.
Dice J. Rondissoni en su libro Culinaria, para el mes de octubre:
Caza: Perdices. Codornices. Alondras. Conejo. Liebre. Faisán. Corzo. Jabalí.
Dice J. Rondissoni en su libro Culinaria, para el mes de octubre:
Caza: Perdices. Codornices. Alondras. Conejo. Liebre. Faisán. Corzo. Jabalí.
Legumbres: Puerros. Alcachofas. Judías verdes. Col de Bruselas. Lombarda. Rábanos. Salsifis. Remolacha. Col. Setas.
Vino mi primo Enrique a verme, un sábado. Siempre estoy localizable en esos días. En el Metro. Y los domingos. Acompañado de su amigo Galán. También de Valdepeñas. En realidad venía a ver a mi hermano. Los primogénitos siempre han tenido prioridad. Pasar un rato con él, pero ese día, estaba indispuesto. -Id a ver a Carmelo. Y vinieron, los dos como uno sólo. Disfrutando de cada momento cómo saben hacer los que han compartido liebres y conejos a la lumbre en el campo.
Les pregunté dónde dejaron el coche. -En el Guggenheim. -¿Y qué os ha parecido?. -Yo no soy de los lugares, soy de las personas, primo. Me dijo como santón que lo fuera de algún lugar sagrado. Equidistante.
Es la ética, pensé, de los que durante toda su vida observaron, tan sólo, el oficio y el servicio. Mi pariente fué principal de un hotel, en sus mejores años. Velaba por los que velan que todo funcione, al punto, que los señores clientes estén a gusto, cuidaba de la intendencia, del consumo, del beneficio. En un oasis aparente, entre millares de vides y tierras bien labradas, dociles, entre olivos, camino de Jaén. Acaso, en las cunetas, las bolsas de basura ocasionales de los conductores indolentes. Algún bidón de plástico manchado de aceite. Antaño, en los setenta y primeros ochenta, cuándo no eran autovías las nacionales y no se pagaba por rodar a Córdoba, Sevilla, Cádiz... Pienso que se iba más lento. Había que reducir, porque se cruzaban los pueblos de Norte a Sur. Del Sur para Madrid, muchas veces. Adelantando por la izquierda, a duras penas, entre tractores en vendimia y cosechadoras en julio. Inmensas. Compartiendo el placer vacacional con los currantes del volante, camioneros y lugareños que tienen la morada a tiro de piedra.
Enrique, mi primo, fué para mí un ejemplo de tío mayor con éxito. Me parecía estupenda su profesión liberal, que le procuraba tan buen asiento y buen aspecto. Eso sentía de chico en el pueblo y creo que se hace en los pueblos de ese modo también. Tan aparente. El resto queda, como en todas partes, para el interior de las casas. Y hay secretos que se mantienen por generaciones.
Aún no se porqué a mi primo le gustan las personas más que los lugares, pero tampoco yo me fío mucho de los paisajes. Disfruto de los paisajes muy celosamente. Me gusta mirarlos intensamente, como si no los fuera a volver a ver. Y sé que sabría ser fiel a alguno de ellos. A alguno que estuviera libre de accidentes, de remodelaciones. Inamovible. Sensible tan sólo a sus cambios naturales. Advierto que es rápida la vida, el desgaste de los tiempos y que anda la tecnología rápida, irrumpiendo, inasumible, de repente, entre verano y verano por arte de magia. En las lomas más altas con molinos, ¿qué digo? Aspas, tan sólo aspas gigantes, que a veces no funcionan y te preguntas que materia prima las moverán, qué coño hacen ahí, insensibles, incapaces, innecesarias. Así es que, me refugio de los paisajes en el interior. En casa. Disfrutando de un parque con tráfico infernal y dónde todas las personas se dirigen. ¿Adónde? -lejos del tráfico inicialmente.
Con mi primo y Galán bebimos encantados por el placer de vernos de nuevo. Prometió volver. Y volvió. Se quedó dos días. No fuimos al Guggenheim, porque sé, que en el Mercado hay más personas, que es lo que parece valorar mi primo. Y los fogones. Así que, compramos lo mío y lo suyo para llevar de vuelta a su familia, a sus amigos.
Enrique, tan físico, y aquí uno tan metafísico.
Leed cuanto podaís de Slawomir Mrozek, La mosca. Acantilado 92. Extraigo de su relato El Simple, este fragmento:
-¿Cuál es la diferencia entre física y metafísica?
-Física hay cuando una piedra cae de arriba abajo, y metafísica, cuando una piedra cae de abajo arriba.
Paso, salvo excepciones, rápido ante la obra paisajística. Soy más de las personas, primo. Metafísico. Empeñado en que la cosa caiga de abajo arriba.
ese pájaro pardo
que picotea el suelo
no es pájaro ni es pardo
al iniciar el vuelo.
Angel Crespo (fragmento) Alondras
Imagen: Mixta/lienzo 29x22 cm. 2009
Vino mi primo Enrique a verme, un sábado. Siempre estoy localizable en esos días. En el Metro. Y los domingos. Acompañado de su amigo Galán. También de Valdepeñas. En realidad venía a ver a mi hermano. Los primogénitos siempre han tenido prioridad. Pasar un rato con él, pero ese día, estaba indispuesto. -Id a ver a Carmelo. Y vinieron, los dos como uno sólo. Disfrutando de cada momento cómo saben hacer los que han compartido liebres y conejos a la lumbre en el campo.
Les pregunté dónde dejaron el coche. -En el Guggenheim. -¿Y qué os ha parecido?. -Yo no soy de los lugares, soy de las personas, primo. Me dijo como santón que lo fuera de algún lugar sagrado. Equidistante.
Es la ética, pensé, de los que durante toda su vida observaron, tan sólo, el oficio y el servicio. Mi pariente fué principal de un hotel, en sus mejores años. Velaba por los que velan que todo funcione, al punto, que los señores clientes estén a gusto, cuidaba de la intendencia, del consumo, del beneficio. En un oasis aparente, entre millares de vides y tierras bien labradas, dociles, entre olivos, camino de Jaén. Acaso, en las cunetas, las bolsas de basura ocasionales de los conductores indolentes. Algún bidón de plástico manchado de aceite. Antaño, en los setenta y primeros ochenta, cuándo no eran autovías las nacionales y no se pagaba por rodar a Córdoba, Sevilla, Cádiz... Pienso que se iba más lento. Había que reducir, porque se cruzaban los pueblos de Norte a Sur. Del Sur para Madrid, muchas veces. Adelantando por la izquierda, a duras penas, entre tractores en vendimia y cosechadoras en julio. Inmensas. Compartiendo el placer vacacional con los currantes del volante, camioneros y lugareños que tienen la morada a tiro de piedra.
Enrique, mi primo, fué para mí un ejemplo de tío mayor con éxito. Me parecía estupenda su profesión liberal, que le procuraba tan buen asiento y buen aspecto. Eso sentía de chico en el pueblo y creo que se hace en los pueblos de ese modo también. Tan aparente. El resto queda, como en todas partes, para el interior de las casas. Y hay secretos que se mantienen por generaciones.
Aún no se porqué a mi primo le gustan las personas más que los lugares, pero tampoco yo me fío mucho de los paisajes. Disfruto de los paisajes muy celosamente. Me gusta mirarlos intensamente, como si no los fuera a volver a ver. Y sé que sabría ser fiel a alguno de ellos. A alguno que estuviera libre de accidentes, de remodelaciones. Inamovible. Sensible tan sólo a sus cambios naturales. Advierto que es rápida la vida, el desgaste de los tiempos y que anda la tecnología rápida, irrumpiendo, inasumible, de repente, entre verano y verano por arte de magia. En las lomas más altas con molinos, ¿qué digo? Aspas, tan sólo aspas gigantes, que a veces no funcionan y te preguntas que materia prima las moverán, qué coño hacen ahí, insensibles, incapaces, innecesarias. Así es que, me refugio de los paisajes en el interior. En casa. Disfrutando de un parque con tráfico infernal y dónde todas las personas se dirigen. ¿Adónde? -lejos del tráfico inicialmente.
Con mi primo y Galán bebimos encantados por el placer de vernos de nuevo. Prometió volver. Y volvió. Se quedó dos días. No fuimos al Guggenheim, porque sé, que en el Mercado hay más personas, que es lo que parece valorar mi primo. Y los fogones. Así que, compramos lo mío y lo suyo para llevar de vuelta a su familia, a sus amigos.
Enrique, tan físico, y aquí uno tan metafísico.
Leed cuanto podaís de Slawomir Mrozek, La mosca. Acantilado 92. Extraigo de su relato El Simple, este fragmento:
-¿Cuál es la diferencia entre física y metafísica?
-Física hay cuando una piedra cae de arriba abajo, y metafísica, cuando una piedra cae de abajo arriba.
Paso, salvo excepciones, rápido ante la obra paisajística. Soy más de las personas, primo. Metafísico. Empeñado en que la cosa caiga de abajo arriba.
ese pájaro pardo
que picotea el suelo
no es pájaro ni es pardo
al iniciar el vuelo.
Angel Crespo (fragmento) Alondras
Imagen: Mixta/lienzo 29x22 cm. 2009
5 comentarios:
Yo también soy primogénito, pero me doy cuenta de ello porque tú lo planteas. Seguramente habrá habido alguna deferencia hacia mí respecto a mis otros tres hermanos, seguro, pero las he desperdiciado porque, como tampoco soy equidistante, termino saliéndome por las tangentes, me salvo porque sabéis perdonar mis defectos.
Yo no es que sea más de las personas que de los paisajes, que lo mismo me da. Los paisajes son como las personas que los viven o viceversa, las personas son sus paisajes.
Tu primo decía bien porque sabe de su trabajo. A la mesa de un restaurante o tomando un aperitivo en el bar, como él, doy valor al servicio que no al servilismo que lo detesto.
De nuevo, muy bueno el texto, felicidades. No los pierdas.
Saludos. Después del invierno saldré al campo a pintar.
A mi también me gusta más el mercado (no lo iban a cerrar para adecentarlo?) que el Guggy, y muy de paisajes, cambiantes o no... si yo cambio todo debe cambiar a mi alrededor, supongo...
Es un relato encantador. Beso.
Gracias.Mas de lo mismo. ¡No cambies! Disfruto con tus cosas.Salud.
Carmelo, qué bien escribes!!
Es un gusto leerte
Espero que nos veamos pronto Hans, Kabir, tu, yo, el libro...
Me voy ejercitando.Trato de hacerlo un poco menos oscuro que los textos conceptuales que leo en catalogos. Le damos a veces muy mal uso a la madera. El perro, el libro tienen mucho que ver. Han de ser musicales, cantarines, una pieza más del Tiovivo. Gracias,Maria, nos vemos.
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